Seguramente la palabra teletrabajo sea una de las más utilizadas en los últimos tiempos. Lo que para algunos parecía una utopía se ha hecho realidad. Sin paños calientes ni periodo de adaptación, el personal se ha visto con un despacho en casa. Quebraderos de cabeza varios como dónde colocarse para trabajar sin molestar ni ser molestado por la familia, fondos adecuados para hacer videoconferencias sin que parezca que estamos en mitad de una guerra o nos deje en feo alguna escena familiar o sencillamente, convivir con estilismos cómodos y, a la vez, formalmente aceptados por el entorno virtual.
Todo ello y muchos más nos ha traído el teletrabajo. Dicen que ha venido para quedarse así que, aún con sus desventajas, hemos de ver todo el abanico de posibilidades que nos trae.
Además, si algo tienen el teletrabajo es que ejercita nuestro desarrollo personal y profesional hasta límites insospechados. Se llama aprendizaje vivencial y ejercita nuestra musculatoria emocional poniendo a prueba:
- La capacidad de autocontrol emocional. No tardarán en salir numerosos estudios que vinculen al teletrabajo estados emocionales disfuncionales. El reto; saber regular nuestras emociones cuando hemos de lidiar con los contratiempos y de la tecnología, los requerimientos profesionales urgentes e inmediatos, los proyectos que se aceleran o ralentizan sin que sintamos capacidad de control en coordinación con la conciliación familiar. Aparecerán emociones como la frustración, la rabia, la impotencia, etc. No vendría mal un poco de alfabetización emocional para adaptarnos a la nueva realidad.
- La concentración. En contexto profesional ya no es el mismo. Ya no es el compañero el que te pregunta. Por lo menos no únicamente. Ahora es más probable que tu jornada laboral se desarrolle entre mails, videollamadas profesionales, deberes escolares y diversos “tengo hambre”, “tengo sed”. Por no hablar del pitido de la lavadora o del lavavajillas. Según vaya pasando el tiempo conseguirás hacerte con una metodología de trabajo que favorezca estados de atención. Es cuestión de prueba-error.
- La disciplina. Cuando obliga, se hace. No hay problema. Pero, cuando no obliga y hay tiempo por delante es posible que tendamos a procrastinar o dejar las cosas para mañana. Pues sí, vas a necesitar más dosis de autodisciplina.
- La paciencia. El teletrabajo requiere de mayores dosis de paciencia con uno mismo, con las tecnologías, con las nuevas formas de interconexión con jefes y compañeros, con el contexto personal…
- La gestión del tiempo. Aunque haya pasado todo lo que ha pasado, el día sigue teniendo 24 horas. Es posible que tu concepción del tiempo haya cambiado y creas que te cunde más o menos. De cualquier manera, aprender a priorizar, planificar e identificar lo urgente e importante es fundamental para sobrellevar el teletrabajo de la mejor manera.
Si todo lo mencionado lo estás llevando con un mínimo de dignidad. Si aunque echas de menos los cafés en el bar de debajo de tu trabajo sigues viendo el lado positivo del teletrabajo y has aprendido a adaptarte al cambio sin demasiadas resistencias has de saber que te estás SUPERANDO como quizás no lo habías hecho antes así que TE MERECES UN “HURRA” Y UN AUMENTO DE SUELDO. Cuanto menos, te lo mereces. Sigue así.