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Te lo mereces por…

A lo mejor te suena extraño pero te sorprendería la cantidad de casos que hay. Se trata de personas, de profesionales que creen que no merecen un buen puesto de trabajo; algún@s son consciente de esa creencia, mucho no lo son.

A simple vista parece poco verosímil; ¿Cómo puede ser que haya personas que no crean que merecen algo bueno? Es posible y, además, más frecuente de lo que crees. No tiene nada que ver con el perfil profesional; hay profesionales muy, muy competentes y preparados que no se creen merecedores de un puesto de trabajo en el que además de obtener un atractivo salario, se les reconozca, tengan posibilidades de promoción e incluso haya buen ambiente. “Eso es una utopía”, piensan muchos “Y además, de ser cierto, seguro que no soy yo un@ de los afortunad@s”.  La realidad, aunque much@s no lo sepan, es que hay lugares en los que, independientemente de las vicisitudes diarias, hay buen ambiente laboral, las condiciones laborales son atractivas y hay posibilidades reales de ascender.

¿Qué motivos puede tener una persona para sentir que no merece algo bueno? Pues, hay muchas posibilidades. Uno de los aspectos clave a tener en cuenta es la autoestima; puedes ser muy apto, tener la mejor actitud e incluso las mejores experiencias laborales pero si no tienes una autoestima sana es muy posible que no te acabes de creer que mereces todo lo bueno que te pasa y tenderás a visualizar los éxitos no como méritos sino como azar y perderás la capacidad de disfrute de los logros puesto que los entenderás como ajenos o casualidades. Si supiésemos cuán de importante es la autoestima sana en el mundo profesional además de hacer un buen currículum, entrenar habilidades y hacer buenas entrevistas nos ocuparíamos de conocernos y valorarnos a nosotros mismos como base para un desarrollo personal y profesional. Autoestima aparte, otro aspecto relevante puede ser las experiencias anteriores; si nuestros trabajos no han sido “buenos”, si nuestras experiencias en otras empresas han dejado mucho que desear, si hemos salido anímicamente tocados de algunas relaciones laborales, etc. puede ser que hagamos de unas experiencias concretas una ley universal: “No hay buenas empresas en las que trabajar y, si las hay, no son para mí”.

Además de la experiencia y la autoestima hay otras variables que influyen notablemente en que nos percibamos como merecedores o no de un buen puesto de trabajo; los comentarios de las personas cercanas, los propios pensamientos (los repetidos), las noticias vinculadas a la precariedad laboral e incluso los prejuicios personales y sociales parecen tener mucho que decir sobre nuestro presente y nuestro futuro profesional.

Si eso fuera así, estaríamos sentenciados pero la realidad es que no lo estamos. ¿Por qué no lo estamos? Porque seguimos siendo dueños de nuestra libertad interior y de nuestros pensamientos. Hemos de recordar que nuestros pensamientos marcan nuestras acciones y nuestras acciones marcan nuestros resultados.

No te creas todo lo que piensas a menos que te sea útil para conseguir tu objetivo. Eso es lo que han hecho muchos profesionales que son felices en su trabajo; eso no quiere decir que no tengan problemas sino que están desempeñando una labor con pros y contras y que tal y como se hacen responsables de los resultados no deseados también se creen merecedores de los mejores éxitos.